Barrabás, ídolo de la multitud

18.04.2025

Pilato preguntó de nuevo a la multitud a quién querían que les soltara, y ellos respondieron: a Barrabás.

Nunca es fácil sobrellevar la traición, ni siquiera para un Dios. En ese momento, su cara y corazón capaz empezaron a latir con más fuerza producto de la vergüenza.

Debe ser muy desolador ayudar a alguien y recibir la traición de personas que creíamos que no podían fallarnos. A veces esperamos nobleza de seres miserablemente repugnantes desde su mirada.

Los que gritaban Barrabás sabían que era un delincuente mentiroso, dispuesto a cualquier bajeza por sus mezquinos intereses. Barrabás era el rostro de la traición y aun así había gente que aclamaba con euforia su libertad.

Mientras que Jesús estaba en las antípodas. Muchos de los "lovers" de Barrabás habían recibido y visto de Él milagros, sanación, consuelo, enseñanzas, misericordia, protección, pero también vieron a un Jesús indignado dando látigo lleno de ira cuándo estaban haciendo negocios en su casa y con su fe. El pago de la multitud fue avergonzarlo públicamente a gritos prefiriendo a un truhan.

¿Qué harías si fueras tú? ¿Llevaste a un amigo al trabajo y te echaron por su culpa? Ni que decir de un hermano que ayudaste y te terminó quitando la parte de la herencia de tus padres. Sucede igual en las relaciones de pareja y nunca faltan los traidores en la política. Duele más cuando no la esperamos.

Las personas que prefieren a un delincuente descarado, sabiendo lo que es, no son pobres, son asquerosamente miserables porque no solo buscan su propia destrucción por odio sino la destrucción del resto. Su felicidad es la humillación del otro, porque desde el lumpen de su bajeza es la única manera de sobresalir.

Alguien normal nunca esperaría que sus amigos y discípulos lo vendan y lo nieguen en público como si no lo conocieran. Es extraña esa divinidad que crea semi dioses a su imagen, algunos autoproclamados cristianos, llenos de ambiciones por lo material, de envidia, resentimientos, sed de venganza, complejo y un odio diabólico por el prójimo. Nos alegra la destrucción prójimo.

Los que gritaron Barrabás pensaron que podían destruir a un Dios sin darse cuenta que solo se destruirían ellos mismos. Judas lo vendió y Pedro lo negó. Judas no pudo con el peso de su culpa y decidió por la autodestrucción mientras que Pedro trató de retomar su vida pasada de pescador.

Finalmente, después de la traición de Pedro, Jesús lo fue a buscar a la playa, no porque lo necesitara, sino porque no podía partir definitivamente de esta tierra y dejarlo solo en medio de una vasta oscuridad sin saber que hacer, ahí en la noche, en una vieja barca sin pescar nada y cargando todo el peso de su culpa, sin poder decirle que lo amaba profundamente a pesar de lo sucedido. A veces lo mas difícil es perdonarnos nosotros mismos. 

Cuando lo vio a los ojos, no le preguntó ¿Por qué lo hiciste?

Sus únicas tres preguntas fueron Pedro ¿Me amas? 

¡Maestro, me le saco el sombrero!

Aquí Barrabás, viéndote como lo aclamas. 

¡Que feo verdad!

¡Guácala!

Difícil vivir una traición y más difícil aun es perdonarnos si fuimos los que traicionamos algo, un amor, una fe o una ideología. Lo importante es soltar el sentimiento de culpa porque podría llevarnos a la autoeliminación como Judas.

Grazie mille por leer el artículo.

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